Una recuperación económica asimétrica
La recuperación económica no va a ser igual para todos, por lo tanto, debemos analizar cuáles son los retos y oportunidades que aparecen en el horizonte y cómo debemos posicionarnos.
Los confinamientos de la población que se han ido produciendo como consecuencia de evitar una catástrofe sanitaria en la mayor parte de los países, han provocado un tsunami económico sin precedentes que ha afectado, a la vez, a todo el planeta. Este tsunami, al igual que el fenómeno natural al que se refiere, una vez ha pasado, ha generado unos efectos absolutamente desoladores en el paisaje económico.
Durante el primer semestre del 2020, no era posible realizar previsiones que tuvieran un mínimo de cordura. Sin embargo, una vez entrados en el segundo semestre, quedan al descubierto los efectos y empieza a ser posible vislumbrar cuáles pueden ser las consecuencias y qué medidas empezar a tomar con una mayor probabilidad de acierto.
En este punto, la gran pregunta que todos nos hacemos es, cuándo y cómo se va a producir la ansiada recuperación.
Los expertos en análisis estratégico en el ámbito macroeconómico han planteado distintos escenarios posibles, donde predicen si la recuperación va a tener una forma de “V”, de “U” de “L”, e incluso JPMorgan se ha aventurado a decir que la recuperación podría tener una forma de “K”.
Lo que parece claro, independientemente de cuál sea la figura que finalmente se dibuje, es que la recuperación no va a ser igual, ni se va a producir a la misma velocidad para todos. Por tanto, lo que si podemos afirmar con una cierta seguridad es que muy probablemente la recuperación económica tan esperada va a ser ASIMÉTRICA.
En la crisis financiera que vivimos como consecuencia del “crash” del 2008, tanto los efectos de dicha crisis, como la recuperación también fueron globales, es decir, afectaron a la mayor parte de las economías del planeta. Sin embargo, se caracterizó por su asincronía, es decir, tanto la caída como la recuperación se produjeron a velocidades distintas.
En concreto, los efectos de la crisis financiera en Europa y USA fueron muy profundos y su recuperación muy lenta. Sin embargo, en el caso de China y entorno asiático, los efectos fueron menores, ya que pudieron activar su demanda interna y consecuentemente, la velocidad de recuperación fue mucho más acelerada.
La crisis actual parece distinta y su característica posiblemente, aunque seguro que tiene matices de asincronía, se va a destacar por su asimetría. Y hablamos de recuperación global ASIMETRÍCA porque se van a producir importantes diferencias tanto en la forma de gestionarla, como en los sectores y tipos de empresas a las que afectará.
Existen distintas maneras en la forma en que los países han gestionado la crisis de la pandemia lo cual ha provocado diferentes niveles de retroceso en su actividad económica. Algunos países van a salir mejor posicionados debiendo recuperar una caída del Producto Interior Bruto y un aumento de la Deuda Pública muy inferiores.
Por otra parte, la demanda interna es un catalizador del crecimiento y, en este sentido, la debilidad de la demanda interna no es igual en los distintos continentes, esto hará que la recuperación de los mercados asiáticos sea mucho más acelerada que la que vivan el resto de los países.
Los modelos de impulso de la actividad con los que los gobiernos pretenden reactivar la economía plantean dos modalidades distintas. Por un lado, están los países que impulsan el modelo keynesiano de aumento del gasto público y, por otro lado, están aquellos países más neoliberales que utilizan como acelerador de la actividad la reducción de trabas al emprendimiento haciendo más laxas las regulaciones internas.
Otro factor diferenciador será el tamaño de los negocios, aquellos países cuyo tejido empresarial esté urdido por grandes empresas que tienen presencia en distintos mercados internacionales, podrán salir antes de la crisis que los que disponen de un tejido empresarial más vulnerable y que son principalmente receptores de inversiones extranjeras.
También el tipo de actividades serán un factor diferenciador, la demanda sigue consumiendo, pero ha cambiado sus preferencias. El distanciamiento social, la preocupación por la salud, la incorporación del teletrabajo a la rutina diaria y muchos otros cambios sociales, han provocado la efervescencia de muchos sectores económicos mientras otros han sufrido una debacle difícil de resolver a corto plazo.
Todo lo comentado dibuja un tablero de juego nuevo que se ha edificado sobre la desigualdad y la asimetría, pero que, a su vez, abre todo un elenco de oportunidades que, sumado a la existencia de una próxima vacunación masiva, van a ser los dos pilares que permitirán conseguir, sin duda, la esperada recuperación económica.
La cantidad ingente de recursos financieros dispuestos a invertir en proyectos de futuro permitirá reforzar el capital de muchas empresas, fomentar consolidaciones de sectores, potenciar las fusiones y adquisiciones y facilitar alianzas estratégicas en muchos sectores.
Los cambios en la demanda hacen que sea un momento idóneo para buscar nuevos nichos de mercado, buscar nuevas formas de vender, probar nuevas tendencias de márqueting, repensar productos maduros y sus formatos, buscar eficiencias en los procesos y analizar márgenes.
Es momento de observar los nuevos negocios y las empresas emergentes, de que las corporaciones trabajen como aceleradoras de la innovación buscando la colaboración y las alianzas con las startups.
Es necesario entrar de lleno en la digitalización y en las oportunidades que aporta la tecnología blockchain en cuanto a trazabilidad, eficiencia y mejora de márgenes. En definitiva, son momentos de transformación y, sobre todo, de reflexión estratégica para poder descubrir esas oportunidades que todas y cada una de nuestras empresas tenemos a nuestro alcance.