La soledad del CEO
Actualmente, los acontecimientos cada vez son más rápidos y la capacidad para gestionar los cambios cada vez es más importante. La empresa que no está pendiente de lo que pasa en su alrededor fácilmente pierde el tren. Más que nunca se necesita de la inteligencia de toda la organización para seguir avanzando y adelantarse a los acontecimientos.
Hoy por hoy, es prácticamente imposible que un directivo pueda asumir la dirección y gestión de una empresa por sí solo. La razón es muy evidente, la complejidad de dirigir una empresa, -por muchas cualidades que pueda tener una persona- se ha convertido en un hecho de mucha complejidad.
En este entorno, la realidad constata que una cantidad significativa de CEOs no pide ayuda a sus directivos por temor a que se cuestione su valía o su determinación.
Así, el CEO necesita más que nunca poderse apoyar en su equipo de dirección, escuchar nuevas ideas, nuevos planteamientos. Necesita conocimiento, inteligencia colectiva, gente que piense en los cambios, en la estrategia, en las mejoras, aspectos todos ellos imprescindibles para seguir adelante. Pero no siempre los encuentra.
Los miembros de los equipos de dirección suelen estar completamente volcados en sus departamentos y en las tareas de gestión que estos implican. Si preguntas por su equipo, enseguida te hablan de sus subalternos y de sus trabajadores. Si les cuestionas sobre sus funciones en el equipo de dirección dicen que su aportación se centra en informar de cómo va su ámbito de responsabilidad y como está aportando valor al negocio. Esta es una visión muy clásica de lo que es un equipo de dirección, que deberíamos cambiar para garantizar la sostenibilidad en el tiempo de nuestros negocios.
Generalmente los directivos han llegado al equipo de dirección como máximos responsables de sus ámbitos, con unos profundos conocimientos de la realidad y la manera de gestionar sus departamentos, pero con poca preparación para poder dar una respuesta satisfactoria a lo que requiere un equipo de dirección tal y como estamos planteando.
Las áreas de mejora suelen ser de dos tipos. Por un lado, las propias competencias de los directivos y por el otro, la capacidad de dejar de pensar exclusivamente en su departamento para pensar en el negocio en global. La buena noticia es que estos dos aspectos son modificables y que se pueden mejorar notablemente con las acciones adecuadas.
Para conseguir un equipo de dirección efectivo donde el CEO se pueda apoyar y que aporte ideas y soluciones de forma proactiva, es importante que todos ellos desarrollen las competencias directivas necesarias que van más allá de las necesarias para gestionar sus departamentos.
Un equipo donde sus miembros tengan desarrolladas sus competencias tanto intra como interpersonales permitirá establecer unos procesos de discusión y de diálogo que resultan básicos en cualquier proceso de toma de decisiones. Saber recoger y recopilar un buen conocimiento, tanto de la empresa como del entorno, permitirá fundamentar de forma correcta las decisiones que se toman. Tener las habilidades ejecutivas necesarias facilitará implementar aquellas decisiones que se hayan tomado y poseer habilidades gerenciales les permitirá gestionar esta ejecución de forma satisfactoria.
Esto se puede conseguir trabajando de forma individual con cada directivo. Analizando cuál es su punto de partida a nivel competencial y planteando las acciones específicas que ayuden a desarrollar aquellas competencias en las que presentan potencial de mejora.
Este trabajo individual se debe complementar con un trabajo con el equipo de dirección como unidad. Trabajo enfocado en mejorar valores de equipo como la confianza, la armonía, el compromiso, la responsabilidad y por ende la aportación de valor. De esta forma conseguiremos un equipo de dirección completamente alineado y aportando su máximo potencial.
Así, si al trabajo individual, le sumamos las capacidades necesarias como para trabajar en equipo de la mano del CEO, tendremos un equipo de dirección que será capaz de llevar a la empresa a nuevos estadios a los que anteriormente no había sido capaz ni de imaginar que podría llegar.