Economía circular: objetivo 0 residuos
La escasez de recursos naturales (necesitamos más de un planeta para dar respuesta a los recursos que consumimos en la economía actual) unido al incremento estimado de la población mundial (más de 9.000 millones de personas en 2050) nos obliga a cambiar de mentalidad. No puede ser que cada vez generemos más residuos y estos acaben en los vertederos, dañando los ecosistemas y desaprovechando los recursos contenidos. Las cifras son elocuentes: en España más del 60% de los residuos generados no se valorizan, es decir acaban en vertederos.
La comunidad internacional empieza a moverse con determinación y, en este sentido, la Unión Europea ha planteado unos objetivos y medidas, con una dotación presupuestaria de más de 6.000 millones de euros, para prevenir la generación de residuos y promover el alargamiento del ciclo de vida de los productos y materiales, priorizando su reparación, reciclaje, reutilización o remanufacturación. El objetivo, por lo tanto, es conservar los recursos, minimizar los residuos y valorizarlos cuando no se haya podido evitar su generación para cerrar el círculo. Todo este nuevo modelo es el que se conoce como economía circular.
La necesidad de avanzar hacia la economía circular se debe no sólo a los evidentes beneficios ambientales que conlleva, sino también a las oportunidades de nuevos negocios y creación de puestos de trabajo que su implantación permitiría.
Para ello se debe actuar desde el mismo diseño de los productos; las empresas no han de pensar únicamente en el uso que de esos artículos harán los consumidores, sino en el destino final de los mismos y qué se puede hacer para reutilizarlos, repararlos, reciclarlos o generar energías renovables. Hablamos de ecodiseño.
Es evidente que para avanzar en la economía circular se requiere un compromiso tanto de las administraciones públicas, encargadas del desarrollo sostenible y del territorio, de las empresas que han de equilibrar su resultados económicos, sociales y ambientales, de la sociedad en general que debe cuestionarse sus necesidades reales y de los propios ciudadanos.
El cambio de chip empieza en cada uno de nosotros y las nuevas generaciones son un claro ejemplo a seguir. Así, los “milennials” ya no compran los productos, sino que los usan. Estamos pasando de la cultura del poseer a la de compartir, este será uno de los grandes cambios. Además, los consumidores cada vez están más sensibilizados y castigan a las empresas que dañan el medio ambiente y que tienen malos comportamientos sociales.
Es posible que la crisis económica favorezca el cambio de la economía lineal a la economía circular pero lo importante es que el nuevo modelo ya está aquí y que ha venido para quedarse.